Hace 30 años mis padres dejaron su país de origen buscando nuevas oportunidades, así que mi hermana y yo
nacimos en Venezuela, quizás no fuimos expatriadas pero si nos adaptamos a
vivir una vida sin familiares cercanos, crecimos sin saber lo que era pasar el
domingo en casa de la abuela o jugar con los primos. Toda mi familia materna y
paterna vive fuera de Venezuela. A pesar de esto mi hermana y yo no nos
consideramos colombianas, somos Venezolanas hasta los tuétanos, así nos
criaron. Sin embargo, crecimos comiendo arroz con coco, mote de queso,
carimañolas (comidas típicas de la región de mis padres). Bueno, tampoco
estamos hablando de una diferencia cultural tan marcada, nos vinimos a un país
hermano. Creo que por esta razón he querido tener muchos hijos y una familia
grande porque eventos como navidades o cumpleaños se limitaban al núcleo
familiar. Éramos solo nosotros cuatro,
papá, mamá, mi hermana y yo. 30 años después se repite la historia, me tocó
dejar a mi Venezuela buscando mejores oportunidades y me acogió la patria de
mis padres. Así que ha sido un ciclo, mis hijos están creciendo lejos de sus
abuelos maternos y paternos, lejos de sus tíos, lejos de sus primos paternos.
Hoy a dos años de haber dejado nuestra patria continuamos adaptándonos y las
constantes despedidas de las visitas de nuestros familiares ha sido lo más
difícil de llevar. El sondeo del Global Expatriates Observatory revela que el 22 % de los expatriados encuestados procede de familias que han vivido en el extranjero, mientras que el 19 % proviene de familias multiculturales. La probabilidad de que un niño expatriado opte por un estilo de vida nómada (de forma temporal o permanente) cuando sea adulto es elevada.
Cada vez es más común
despedir a amigos o familiares ya que estos han decidido partir a otro país,
las despedidas se han vuelto costumbre en la vida de los venezolanos. Por
ejemplo, cuando nosotros decidimos dejar nuestro país buscando un mejor futuro,
mi hija Galilea apenas tenía un año y medio así que su adaptación fue rápida y
sin complicaciones, casi que no se percató de esto. La adaptación al nuevo
entorno cultural varía, dependiendo de la edad de los niños y para cada etapa
se pueden aplicar diferentes estrategias.Para nosotros los adultos el
obstáculo más grande puede ser, lidiar con las emociones de los hijos mientras
nosotros estamos pasando exactamente por lo mismo. Para los niños serán
difíciles los cambios ya que estarán expuestos a un entorno nuevo, colegio,
amigos, vecinos y dependiendo el país de origen y el de destino puede que mucha
cosas sean distintas, la comida, el idioma, el clima, la religión etc. Debemos
darles la noticia a los niños lo antes posible sobre el cambio que todos vamos
a vivir y darles una imagen positiva sobre lo que esto va a significar para
ellos. Pueden mostrarles fotos sobre el sitio de destino para motivarlos.Kate Berger, una psicóloga
especializada en trabajar con niños expatriados asegura que los niños menores
de 7 años tienen más facilidad de adaptación a la hora de hacer nuevas
amistades y de aprender un idioma nuevo que los niños mayores de esta edad.A través de mi experiencia
les contaré una serie de consejos y estrategias para facilitar la adaptación de
los niños expatriados.
1-
Hablar siempre con la verdad
Cuando nuestros niños nos
hacen preguntas es porque necesitan respuestas concretas y no cuentos de
maravillas. Ellos no conocen de rodeos de adultos, los niños son directos, sinceros y
transparentes. Las preguntas serán la constantes así que debemos estar
preparados para responderlas. ¿A dónde vamos? ¿Por qué nos vamos lejos? ¿Cuándo
volveremos a casa? ¿Cuándo voy a ver de nuevo a mis amigos? Para nosotros los
padres estas serán preguntas muy difíciles de responder si nos basamos en
nuestras propias emociones. La manera más saludable de hablar con nuestros
hijos será con la verdad, respuestas claras, puntuales, nada de “nos vamos de
vacaciones “pronto volveremos a casa” nada de promesas que no podremos cumplir. De la misma forma directa y precisa que preguntan, esperan ser respondidos. Para los niños mayores de 7 años estas respuestas serán más fáciles de entender pero la adolescencia, por su parte, resulta una etapa crítica en los hijos, quienes pueden afrontar el cambio de país con especial sensibilidad. En ambos casos no queremos hijos decepcionados de sus padres con promesas que no pudimos cumplir porque la realidad es otra, así que lo más importante es hablar con la verdad.
2-
Destacar aspectos positivos
Debemos mostrarles a los niños las ventajas que les traerá la
mudanza, hay que hacerles ver que el cambio será positivo y que las costumbre y
sus hábitos familiares nos sufrirán grandes alteraciones.
Conocerán una nueva
cultura, nuevos amigos, nuevos lugares que visitar etc. Mostrarle a los más
grandecitos los beneficios de aprender un nuevo idioma y de graduarse en el
extranjero.
3- Vivir el duelo
Debemos dejar que nuestros
hijos se despidan de su vida anterior, la cuestión no es tan fácil como cambiar
un chip. Generalmente se vivirá una fase traumática a nivel inicial y con
naturalidad se irá o depresión trasladando a la aceptación, resignación y por
ultimo liberación del afecto. Hablar con el adolescente sobre sus sentimientos
y no juzgarlo facilitará resolver y no encapsular su duelo. A niños más
pequeños podemos facilitarles hojas blancas y crayolas, pedirles que pinten
algo en nuestra compañía, será muy especial para el sentir que nos importan
muchos sus sentimientos. Sus dibujos pueden decir mucho de sus emociones.
4-
La nueva escuela
Primeramente debes informar en la nueva escuela el cambio por el
que acaban de pasar, con esta información la nueva profesora de tu hijo estará
consciente del origen de algún comportamiento que presente el niño. Es normal que el niño
que no mordía, comience a morder a sus compañeros o el que dejó los pañales,
los quiera volver a usar. Estos retrocesos en el desarrollo son temporales y
completamente normales luego de grandes eventos, momento de tensión o cambio
brusco en su vida. Se trata de que la educadora intente crear un clima de seguridad y cordialidad afectiva para que el niño se sienta seguro. Así que aconsejo buscar escuelas que te brinden esta confianza, si tienes amigos viviendo en ese país documentarte un poco con ellos sobre qué tipos de escuelas son las mejores para facilitar el proceso de adaptación.
Con esta información que ofrecerás en el colegio la profesora deberá tomar medidas para facilitar la adaptación sobre todo si se maneja un idioma distinto al de origen. Esto es un tema importante, recuerda que si tú no manejas el idioma se puede afectar la habilidad para ayudar a tus hijos a hacer los deberes.
Cuando mi hija Galilea comenzó la escuela, era su primer día de
colegio en toda la vida, ella estaba muy pequeña así que el proceso de adaptación
no era lo que me preocupaba. Mi mayor preocupación era mantener una comunicación
clara con su profesora. Aunque Colombia queda al lado de mi país de origen,
decir algunas cosas que para mí sonaban normales, para la profe de Gali era una
locura total. El otro tema al cual tuve que acostumbrarme fue la preparación de
la lonchera. No era que yo iba a meter un tequeño y un juguito de naranja y ya
no, no, no. Acá se maneja una alimentación muy saludable, y yo no siempre cumplía
con eso. Poco a poco fui aprendiendo sobre términos, acá la merienda son las “onces”
se pueden imaginar que me hablaban de onces y yo quedaba como ¿QUÉ?, Así que
amigos lo más importante es la relación con la profesora, ella será esa persona
después de ti más cercana a tu hijo, con la cual pasara muchas horas. Mejor
dicho, métansela en el bolsillo.
5-
¡No sé de donde soy!
Es importante que los niños
expatriados no vean la cultura de sus padres distinta a la de ellos. Es
fundamental mantener contacto con sus raíces. Hablar en casa la lengua materna,
comprar libros y películas de ese mismo idioma y fuera de casa hablar el nuevo
idioma. Comer en casa platos típicos del país de origen y preparar esas recetas
juntos. Para los niños será muy fácil tomar aspectos de ambas culturas y no
sentirse que pertenezcan totalmente a una o a la otra. Por lo tanto hay que
aprovechar cada experiencia para crear en ellos un sentimiento de pertenencia.
En general los niños son
flexibles y poseen gran capacidad de adaptación. Depende de nosotros los padres
hacerles el camino un poco más fácil. Controlar nuestras emociones aunque sea
duro para poder consolarlos a ellos. No será la primera vez que como padres
tengamos que hacer de tripas corazón (una barrera para controlar las emociones)
para acallar nuestros sentimientos y darle más importancia a la de ellos. Como
hija de padres expatriados y madre de hijos expatriados puedo decir que se
puede sacar provecho de cada experiencia, de cada cultura, de cada persona
nueva que conocemos, sin mayores complejos o traumas.