sábado, 19 de septiembre de 2015

Hijos Expatriados



Hace 30 años mis padres dejaron su país de origen buscando nuevas oportunidades, así que mi hermana y yo nacimos en Venezuela, quizás no fuimos expatriadas pero si nos adaptamos a vivir una vida sin familiares cercanos, crecimos sin saber lo que era pasar el domingo en casa de la abuela o jugar con los primos. Toda mi familia materna y paterna vive fuera de Venezuela. A pesar de esto mi hermana y yo no nos consideramos colombianas, somos Venezolanas hasta los tuétanos, así nos criaron. Sin embargo, crecimos comiendo arroz con coco, mote de queso, carimañolas (comidas típicas de la región de mis padres). Bueno, tampoco estamos hablando de una diferencia cultural tan marcada, nos vinimos a un país hermano. Creo que por esta razón he querido tener muchos hijos y una familia grande porque eventos como navidades o cumpleaños se limitaban al núcleo familiar.  Éramos solo nosotros cuatro, papá, mamá, mi hermana y yo. 30 años después se repite la historia, me tocó dejar a mi Venezuela buscando mejores oportunidades y me acogió la patria de mis padres. Así que ha sido un ciclo, mis hijos están creciendo lejos de sus abuelos maternos y paternos, lejos de sus tíos, lejos de sus primos paternos. Hoy a dos años de haber dejado nuestra patria continuamos adaptándonos y las constantes despedidas de las visitas de nuestros familiares ha sido lo más difícil de llevar. El sondeo del Global Expatriates Observatory revela que el 22 % de los expatriados encuestados procede de familias que han vivido en el extranjero, mientras que el 19 % proviene de familias multiculturales. La probabilidad de que un niño expatriado opte por un estilo de vida nómada (de forma temporal o permanente) cuando sea adulto es elevada.


Cada vez es más común despedir a amigos o familiares ya que estos han decidido partir a otro país, las despedidas se han vuelto costumbre en la vida de los venezolanos. Por ejemplo, cuando nosotros decidimos dejar nuestro país buscando un mejor futuro, mi hija Galilea apenas tenía un año y medio así que su adaptación fue rápida y sin complicaciones, casi que no se percató de esto. La adaptación al nuevo entorno cultural varía, dependiendo de la edad de los niños y para cada etapa se pueden aplicar diferentes estrategias.Para nosotros los adultos el obstáculo más grande puede ser, lidiar con las emociones de los hijos mientras nosotros estamos pasando exactamente por lo mismo. Para los niños serán difíciles los cambios ya que estarán expuestos a un entorno nuevo, colegio, amigos, vecinos y dependiendo el país de origen y el de destino puede que mucha cosas sean distintas, la comida, el idioma, el clima, la religión etc. Debemos darles la noticia a los niños lo antes posible sobre el cambio que todos vamos a vivir y darles una imagen positiva sobre lo que esto va a significar para ellos. Pueden mostrarles fotos sobre el sitio de destino para motivarlos.Kate Berger, una psicóloga especializada en trabajar con niños expatriados asegura que los niños menores de 7 años tienen más facilidad de adaptación a la hora de hacer nuevas amistades y de aprender un idioma nuevo que los niños mayores de esta edad.A través de mi experiencia les contaré una serie de consejos y estrategias para facilitar la adaptación de los niños expatriados.




1-   Hablar siempre con la verdad
Cuando nuestros niños nos hacen preguntas es porque necesitan respuestas concretas y no cuentos de maravillas. Ellos no conocen de rodeos de adultos, los niños son directos, sinceros y transparentes. Las preguntas serán la constantes así que debemos estar preparados para responderlas. ¿A dónde vamos? ¿Por qué nos vamos lejos? ¿Cuándo volveremos a casa? ¿Cuándo voy a ver de nuevo a mis amigos? Para nosotros los padres estas serán preguntas muy difíciles de responder si nos basamos en nuestras propias emociones. La manera más saludable de hablar con nuestros hijos será con la verdad, respuestas claras, puntuales, nada de “nos vamos de vacaciones “pronto volveremos a casa” nada de promesas que no podremos cumplir. De la misma forma directa y precisa que preguntan, esperan ser respondidos. Para los niños mayores de 7 años estas respuestas serán más fáciles de entender pero la adolescencia, por su parte, resulta una etapa crítica en los hijos, quienes pueden afrontar el cambio de país con especial sensibilidad. En ambos casos no queremos hijos decepcionados de sus padres con promesas que no pudimos cumplir porque la realidad es otra, así que lo más importante es hablar con la verdad.


2-   Destacar aspectos positivos
Debemos mostrarles a los niños las ventajas que les traerá la mudanza, hay que hacerles ver que el cambio será positivo y que las costumbre y sus hábitos familiares nos sufrirán grandes alteraciones.

 Conocerán una nueva cultura, nuevos amigos, nuevos lugares que visitar etc. Mostrarle a los más grandecitos los beneficios de aprender un nuevo idioma y de graduarse en el extranjero. 

3-   Vivir el duelo
Debemos dejar que nuestros hijos se despidan de su vida anterior, la cuestión no es tan fácil como cambiar un chip. Generalmente se vivirá una fase traumática a nivel inicial y con naturalidad se irá o depresión trasladando a la aceptación, resignación y por ultimo liberación del afecto. Hablar con el adolescente sobre sus sentimientos y no juzgarlo facilitará resolver y no encapsular su duelo. A niños más pequeños podemos facilitarles hojas blancas y crayolas, pedirles que pinten algo en nuestra compañía, será muy especial para el sentir que nos importan muchos sus sentimientos. Sus dibujos pueden decir mucho de sus emociones. 



4-   La nueva escuela
Primeramente debes informar en la nueva escuela el cambio por el que acaban de pasar, con esta información la nueva profesora de tu hijo estará consciente del origen de algún comportamiento  que presente el niño. Es normal que el niño que no mordía, comience a morder a sus compañeros o el que dejó los pañales, los quiera volver a usar. Estos retrocesos en el desarrollo son temporales y completamente normales luego de grandes eventos, momento de tensión o cambio brusco en su vida. Se trata de que la educadora intente crear un clima de seguridad y cordialidad afectiva para que el niño se sienta seguro. Así que aconsejo buscar escuelas que te brinden esta confianza, si tienes amigos viviendo en ese país documentarte un poco con ellos sobre qué tipos de escuelas son las mejores para facilitar el proceso de adaptación.
Con esta información que ofrecerás en el colegio la profesora deberá tomar medidas para facilitar la adaptación sobre todo si se maneja un idioma distinto al de origen. Esto es un tema importante, recuerda que si tú no manejas el idioma se puede afectar la habilidad para ayudar a tus hijos a hacer los deberes.


Cuando mi hija Galilea comenzó la escuela, era su primer día de colegio en toda la vida, ella estaba muy pequeña así que el proceso de adaptación no era lo que me preocupaba. Mi mayor preocupación era mantener una comunicación clara con su profesora. Aunque Colombia queda al lado de mi país de origen, decir algunas cosas que para mí sonaban normales, para la profe de Gali era una locura total. El otro tema al cual tuve que acostumbrarme fue la preparación de la lonchera. No era que yo iba a meter un tequeño y un juguito de naranja y ya no, no, no. Acá se maneja una alimentación muy saludable, y yo no siempre cumplía con eso. Poco a poco fui aprendiendo sobre términos, acá la merienda son las “onces” se pueden imaginar que me hablaban de onces y yo quedaba como ¿QUÉ?, Así que amigos lo más importante es la relación con la profesora, ella será esa persona después de ti más cercana a tu hijo, con la cual pasara muchas horas. Mejor dicho, métansela en el bolsillo.  


5-   ¡No sé de donde soy!
Es importante que los niños expatriados no vean la cultura de sus padres distinta a la de ellos. Es fundamental mantener contacto con sus raíces. Hablar en casa la lengua materna, comprar libros y películas de ese mismo idioma y fuera de casa hablar el nuevo idioma. Comer en casa platos típicos del país de origen y preparar esas recetas juntos. Para los niños será muy fácil tomar aspectos de ambas culturas y no sentirse que pertenezcan totalmente a una o a la otra. Por lo tanto hay que aprovechar cada experiencia para crear en ellos un sentimiento de pertenencia. 
En general los niños son flexibles y poseen gran capacidad de adaptación. Depende de nosotros los padres hacerles el camino un poco más fácil. Controlar nuestras emociones aunque sea duro para poder consolarlos a ellos. No será la primera vez que como padres tengamos que hacer de tripas corazón (una barrera para controlar las emociones) para acallar nuestros sentimientos y darle más importancia a la de ellos. Como hija de padres expatriados y madre de hijos expatriados puedo decir que se puede sacar provecho de cada experiencia, de cada cultura, de cada persona nueva que conocemos, sin mayores complejos o traumas.

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